Todas las imágenes de microfichas pueden proporcionarse en positivo o en negativo, más a menudo en este último formato.
Hay tres formatos habituales: microfilm (bobinas), microficha (hojas planas) y tarjetas de apertura.
Utilizando el proceso del daguerrotipo, John Benjamin Dancer fue uno de los primeros en producir microfotografías, en 1839.
Las impresiones se hacían en papel fotográfico y no superaban los 40 mm, para permitir su inserción en la pluma de la paloma.
El año 1938 también fue testigo de otro acontecimiento importante en la historia del microfilm cuando la University Microfilms International (UMI) fue creada por Eugene Power.
Algunos contratos militares, en torno a 1980, empezaron a especificar el almacenamiento digital de los datos de ingeniería y mantenimiento porque los gastos eran incluso menores que los del microfilm, pero estos programas tienen ahora dificultades para adquirir nuevos lectores para los formatos antiguos.
El microfilm se utilizó por primera vez en el ámbito militar durante la guerra franco-prusiana de 1870-71.
Como las palomas no podían transportar despachos en papel, el gobierno de Tours recurrió al microfilm.
Disponen de accesorios adecuados para cualquier microforma que se utilice.
Las nuevas máquinas permiten al usuario escanear una imagen de microforma y guardarla como archivo digital.
Las tarjetas de apertura pueden almacenarse en cajones o en unidades giratorias independientes.
Todas las microfichas se leen con el texto paralelo al lado largo de la ficha.
En la parte superior de la ficha puede grabarse un título para su identificación visual.
La ultraficha (también "ultramicroficha") es una versión excepcionalmente compacta de la microficha o el microfilm, que almacena datos analógicos a densidades mucho mayores.
Normalmente, para la microfilmación se utilizan películas monocromáticas pancromáticas de alta resolución.
También se puede utilizar una película positiva en color que ofrezca una buena reproducción y una alta resolución.
La película en rollo se revela, fija y lava mediante procesadores continuos.
La película para cámara se suministra ya montada en tarjetas de apertura.
Éstas tienen un marco rígido o una caja envolvente que mantiene la cámara en una posición fija sobre un tablero de copias.
Algunas cámaras exponen un patrón de luz, denominado blips, para identificar digitalmente cada fotograma adyacente.
El operario mantiene una pila de material a filmar en una bandeja, la cámara toma automáticamente un documento tras otro para avanzar por la máquina.
Estas cámaras se utilizan para grabar cheques y boletos de apuestas.
Las versiones más sencillas utilizan una diapositiva oscura cargada por el operador en un cuarto oscuro; tras la exposición, la película se procesa individualmente, lo que puede hacerse a mano o mediante un procesador de rayos X dental.
Otras aplicaciones requieren que la imagen aparezca como un negativo convencional; la película se procesa entonces en sentido inverso.
Produce una buena apariencia de negro en un lector, pero no puede utilizarse para realizar más copias.
Esto es especialmente útil porque se pueden añadir fotogramas a una ficha en cualquier momento.
Para ello se utiliza un escáner óptico que proyecta la película en una matriz CCD y la captura en formato digital sin procesar.
El estado físico del microfilme influye en gran medida en la calidad de la copia digitalizada.
Para que los archivos resultantes sean útiles, deben estar organizados de alguna manera.
A menudo, la imagen digital producida es mejor que la calidad visual disponible antes del escaneo.