Le Tellier no tuvo nada que ver con esta medida excesiva del Rey.
Como confesor real, empleó ciertamente la autoridad que se le confería, por ejemplo, con su «hoja de beneficios» para promover y sostener a aquellos que, como él, juzgaban insidiosa y llena de peligros la propaganda jansenista.
Sin aportar pruebas, los jansenistas atribuyeron a Le Tellier esta Instruction, que condenaba explicitamente las Réflexions morales de Quesnel.
La bula, deseada por el Rey, había sido largo tiempo madurada por una congregación romana y en modo alguno «escrita a la sombra por los sirvientes de Le Tellier», como han pretendido los jansenistas.
Le Tellier tenía un animo inquebrantable para lo que consideraba el bien de la Iglesia y aparece con frecuencia más moderado hacia las personas que algunos de sus compañeros jesuitas.