El metrónomo (del griego μέτρον métron ‘medida’ y νόμοç nómos ‘ley, norma’)[1][2] es un aparato utilizado para indicar el tempo o pulso de las composiciones musicales.
Produce regularmente una señal, visual o acústica, que permite a un músico mantener un pulso constante al ejecutar una obra musical.
[cita requerida] Una especie de metrónomo estuvo entre las invenciones del erudito andalusí Abbás Ibn Firnás (810–887).
La práctica del metrónomo ayuda a internalizar un sentido claro de la sincronización y el tempo.
[7] Beethoven, tan meticuloso y exigente con sus obras, fue el primer compositor que empleó las indicaciones metronómicas.
Sin embargo, otros compositores siguieron apostando por una interpretación musical más libre y expresiva, alejada de la precisión mecánica del metrónomo.
El primer compositor notable que estableció en sus composiciones indicaciones métricas fue en 1817 el alemán Ludwig van Beethoven,[12] en la época clasicista.
La patente registrada por Maelzel en Londres se refiere al instrumento como "metrónomo o cronometrador musical".[14].
Por ejemplo, el término "Vivace" puede indicar un tempo entre 156 y 176 BPM, pero también comunica que la música debe tocarse con un carácter vivo.
Los usos específicos incluyen aprender a tocar tempos y tiempos de forma consistente -por ejemplo, alguien que lucha contra una tendencia a acelerar podría tocar una frase repetidamente mientras ralentiza ligeramente el ajuste de BPM cada vez (para tocar de forma más constante)- y practicar la técnica ajustando el metrónomo progresivamente a velocidades más altas hasta alcanzar la velocidad deseada.
Una característica opcional común era una lámpara de neón que se enciende al ritmo del compás.
Se considera una excelente herramienta de práctica debido a su ritmo constante, "matemáticamente perfecto y categóricamente correcto".
[27] El metrónomo ha sido muy importante en la práctica interpretativa, y en gran medida incuestionado en la pedagogía o la erudición musical, desde el siglo XX.
[29] Estas cualidades dan lugar al término metronómico, que críticos utilizan para describir las interpretaciones modernas con un tempo inflexible, un enfoque rítmico mecánico y el mismo énfasis en todos los subintervalos; el violinista estadounidense Sol Babitz lo consideraba un estilo de "máquina de coser" con una flexibilidad limitada.
También señala que esto ha cambiado mucho con respecto al repertorio clásico "estándar" del siglo XIX.
Esto contrasta enormemente con muchos músicos actuales, que utilizan el metrónomo en segundo plano durante toda una pieza musical.
[32] Algunos autores establecen paralelismos entre una sociedad moderna "ordenada por el reloj" y lo que ellos ven como la práctica metronómica de los músicos actuales.
Los cambios en la estética o en los propios instrumentos pueden fácilmente hacer problemáticas las velocidades indicadas anteriormente,[37] lo que puede explicar por qué muchos compositores notables del siglo XIX como Felix Mendelssohn, Richard Wagner, Giuseppe Verdi y Johannes Brahms criticaron el uso del metrónomo.
Por lo tanto, las marcas del metrónomo en las partituras proporcionan una referencia, pero no pueden comunicar con precisión el pulse, swing, o groove de la música.
El pulso suele ser irregular,[39] por ejemplo, en el accelerando, rallentando, o en la expresión musical como en el phrasing (rubato, etc.).
[43] Esto contrasta con quienes defienden su uso como herramienta de entrenamiento y ejercicios para cultivar el sentido del ritmo.
Hace referencia a que las "buenas interpretaciones" suelen presentar retardos y aceleraciones, en contraste con el ritmo constante de un metrónomo.