Situado en el casco histórico de Vegueta, junto a la desembocadura del barranco de Guiniguada y en frente al Teatro Pérez Galdós, es el primer mercado construido en las Islas Canarias.
Las desamortizaciones se hacían, con frecuencia, para realizar proyectos públicos importantes, y consistían en poner a la venta, mediante subasta, terrenos previamente expropiados a sus dueños, casi siempre a la iglesia, justificando la expropiación por la baja productividad de ese patrimonio.
Con un mercado que pretendía, ante todo, restringir la venta ambulante y dar forma, a la vez, a un modo de vivir más civilizado, tal y como se hacía en la España peninsular.
La ciudad, por entonces, compuesta en esencia por los barrios de Triana y Vegueta, se acostumbró a tener cerca este punto de venta y parecía idóneo que fuese allí, precisamente, el lugar en el que se levantaría la gran plaza de abastos que la urbe se merecía.
La ciudad no tenía entonces, 1940-1950, ningún aliciente arquitectónico que le otorgase una imagen pública, si exceptuamos los centros religiosos, en especial La Catedral, y las viviendas señoriales contenidas en el barrio de Vegueta, pocos puntos más de referencia existían en el área capitalina.