Memorial de los infiernos
[2] Ardiles Gray cuenta en el prólogo del libro que «quería demostrar que la narración actual, a fuerza de buscar nuevas formas, estructuras alambicadas, había perdido algo muy importante: las huellas de la oralidad».Abusada sexualmente por su padre, desde niña fue internada forzosamente en clínicas psiquiátricas, correccionales y colegios.En 1941 es declarada «demente» e internada en Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Aurelio Moyano, del que se escapaba sistemáticamente para volver a su casa.En su descargo Ruth declaró que su padre quería mantener relaciones sexuales con ella.Poco después la justicia le quitó la patria potestad a sus padres y fue puesta bajo supervisión estatal.Luego de unos días en Mar del Plata se mudaron a Catamarca en 1948 donde adoptaron informalmente a un bebé que anotaron como propio, con el nombre de Ricardo Pedro Oscar.[4] El Correo la traslada a Bariloche, donde queda embarazada de su jefe.Pero él no quiso y volvió a Buenos Aires, donde volvió a ejercer la prostitución en el puerto, con los marineros estadounidenses y canadienses, aprovechando su conocimiento del inglés.[8] En 1965 estuvo en Chile, trabajando también en un prostíbulo,[6] donde fue detenida por robo y trasladada a una cárcel, donde se enamoró de otra reclusa.El deterioro de su condición la llevó a ingresar en Alcohólicos Anónimos.En una época que el lesbianismo y la masturbación femenina eran tabú, Kelly se explaya abiertamente: El relato se concentra en «los clientes», los diferentes tipos de clientes y de gustos sexuales, pero sobre todo en el sentimiento de desprecio que la familia, la sociedad y los clientes le transmiten.Ruth reflexiona sobre sus sueños angustiosos, violentos: El capítulo final del testimonio de Ruth se concentra en su mirada esperanzadora hacia el futuro, de base religiosa protestante,