El término memoria se emplea, en el rito romano de la Iglesia católica, para indicar aquellas celebraciones del Calendario romano general que tienen una importancia menor que la fiesta o la solemnidad.
En la celebración de la Eucaristía, la Instrucción general del Misal Romano señala que, a no ser que la memoria tenga lecturas propias, «se leen habitualmente las asignadas a la feria.
[2] Por último, se reza siempre la oración conclusiva propia del santo.
La segunda lectura, de carácter hagiográfico, se hará con el responsorio propio o del Común; si la memoria no contase con segunda lectura propia, se toma de los textos patrísticos del día correspondiente.
[3] Según recoge la Ordenación General de la Liturgia de las Horas, no se celebran memorias, ni aunque sean memorias obligatorias, si estas coinciden en domingo, en una solemnidad o en una fiesta.