Iniciada su persecución, pidió refugio a Admeto, el rey de los molosos, con el que existía enemistad, según Plutarco, en relación con el papel decisivo del general ateniense en la negativa de ayuda y alianza de Atenas a Admeto.
[3] Se presentó como suplicante ante la mujer del rey, pues Admeto estaba ausente.
Admeto atendió su súplica y le salvó enviándolo por tierra hasta el golfo Termaico, a Pidna.
Desde allí embarcó hacia Jonia, y después de varias vicisitudes llegó a la corte persa de Artajerjes I, a quien había escrito previamente solicitando refugio.
Allí acabó sus días debido a una enfermedad, o según otros se suicidó con veneno.