Aquella misma noche una treintena de conocidos políticos y militares que se encontraban recluidos fueron asesinados por los milicianos.
[1] La reputación del Gobierno republicano, que no había sido capaz de controlar a la muchedumbre y evitar la matanza, quedó gravemente afectada y provocó las protestas del Cuerpo diplomático acreditado en Madrid.
Durante agosto de 1936, los sublevados habían logrado llevar a cabo importantes avances en Andalucía occidental y en Extremadura.
[4] En su avance hacia Madrid, las fuerzas rebeldes habían tomado Badajoz tras una corta pero sangrienta lucha; a continuación, desencadenaron una matanza sobre los defensores y habitantes de la ciudad.
[10] Tras el estallido de la Guerra Civil, las estructuras del estado republicano colapsaron,[11] y en muchos casos, aunque las autoridades quisieran, no tenían medios para evitar que se produjeran asesinatos incontrolados en su retaguardia.
[15] El propio Ministerio de la Guerra resultó alcanzado por algunas explosiones, que causaron varios muertos y serios daños materiales.
[24] Esto se producía mientras el Ejército de África avanzaba con rapidez hacia Madrid, en un contexto de gran nerviosismo entre muchos milicianos republicanos, que consideraban que los encarcelados esperaban la más mínima oportunidad para unirse a los sublevados.
[29] Contaron con la autorización del director general de Seguridad, Manuel Muñoz Martínez.
[29] Los milicianos del Comité de Investigación Pública, mandados por Felipe Sandoval y Santiago Aliques Bermúdez interrogaron a los reclusos y hubo casos en los que, además, les robaron objetos personales, dinero, relojes, etc.[29][n. 3] La noche del 18 de agosto llegaron a Madrid las noticias sobre la matanza de Badajoz, cuyo relato fue publicado por el diario Informaciones.
[29] Al día siguiente, por la tarde, mientras los hombres de Sandoval continuaban los registros en la cárcel, los delincuentes comunes se amotinaron y exigieron su inmediata puesta en libertad, amenazando con asesinar a los presos políticos.[n.
8] Muñoz también se encontró con que un improvisado comité se había hecho cargo de la prisión y rechazaba la propuesta de liberar a los presos comunes por considerar que una medida como aquella no iba a solucionar la grave situación existente.
Todavía no estaba claro qué se iba a hacer con los presos políticos.
[39][41] De los militares presos que fueron ejecutados, destacan los generales Rafael Villegas —el jefe teórico de la rebelión militar en Madrid—, Osvaldo Capaz Montes —destacado africanista y sospechoso por su participación en la conspiración militar—[43] o el médico y teniente José Ignacio Fanjul Sedeño,[40] hijo del general Fanjul, que había sido juzgado y ejecutado apenas unos días antes.
[47] También fueron fusilados el diputado y líder del Partido Nacionalista, José María Albiñana,[48][44] los diputados cedistas Tomás Salort[49] y Rafael Esparza García,[40] o el monárquico Francisco Javier Jiménez de la Puente.
[56] El ministro, Augusto Barcia Trelles, le confesó «al borde de las lágrimas» la impotencia del gobierno ante la situación que se estaba viviendo en la Prisión Modelo.
9] Aunque es difícil delimitar las responsabilidades individuales, el historiador Hugh Thomas, por ejemplo, critica el papel pasivo que tuvo el director general de Seguridad, Muñoz Martínez.
[57] Por su parte, el gobierno republicano —ante la situación de ajustes de cuentas y asesinatos incontrolados que se había creado en la zona republicana— la misma noche de la matanza en la cárcel Modelo decidió establecer los llamados «Tribunales Especiales contra la rebelión, la sedición y los delitos contra la Seguridad del Estado», que finalmente acabarían siendo conocidos como «Tribunales Populares».
[66] Aunque la situación tendió a estabilizarse, durante algún tiempo continuarían produciéndose ejecuciones incontroladas.
El incendio ha sido provocado con una doble finalidad: poner en libertad a los presos por delitos comunes y ametrallar a los presos políticos en cuanto éstos hagan un gesto de evasión o de protesta; mas este movimiento no se produce y han salido ya los comunes, pero los políticos no se mueven ni dan motivo que justifique ningún acto contra ellos.
Desde que se declara el incendio, las milicias ocupan las terrazas de las casas contiguas a la cárcel y enfilan al patio sus fusiles ametralladoras.