[3] El pueblo de Quito vio afectados sus intereses por las medidas tomadas por el Gobierno colonial, al mismo tiempo que los ideales de la Ilustración y la Revolución francesa, fueron propagados por intelectuales como Eugenio Espejo y José Mejía Lequerica, que los extendieron entre todas las clases sociales de la población.La decadencia del régimen colonial español que era evidente en todo el continente, fue un detonante para intentar una sublevación contra el régimen, disfrazada bajo las llamadas máscaras de Fernando VII, en las que se fingía lealtad al rey español para evitar represiones, pero que tenían como fin lograr un gobierno autónomo.[4] Este tema se discutía con frecuencia en varias reuniones a las que asistían tanto los nobles locales, como intelectuales liberales influidos por la Ilustración.[5] Sin embargo, el Complot de Navidad con planes autonomistas para Quito, salió a la luz pública los últimos días de febrero, cuando fue denunciado a los españoles por unos sacerdotes mercedarios a los que el coronel Salinas había hecho partícipes del plan buscando apoyo de esa congregación religiosa.[12] En esos mismos días, una carta enviada a Mariano Pozo desde Quito fue requisada por José Neyra y Vélez, que la entregó al gobernador Melchor de Aymerich, quien a su vez pidió a Francisco García-Calderón que le cediese los dineros públicos que tenía a su cargo, con el pretexto de levantar tropas e iniciar la marcha sobre la provincia rebelada, pero como no presentó las respectivas libranzas legales, éste se negó.[12] Mientras tanto, Aymerich había mandado a desarmar la escolta disponiendo la prisión del sargento Pozo y de otros vecinos, a quienes acusó de revolucionarios por simples chismes y delaciones.[12] Las autoridades coloniales cercanas a Quito, desde el primer momento, consideraron que la Junta Soberana era una rebelión contra el orden colonial y se apresuraron a reprimirla.Poco ayudaron circulares como ésta, que envió Quito a los cabildos de las ciudades más cercanas, hablando de conceptos inaceptables para los españoles, como patria, libertad e independencia:[7]Desde Bogotá y Lima, los virreyes españoles despacharon con suma urgencia tropas para sofocar a la Junta Soberana.En Popayán, el alférez real Gabriel de Santacruz contestó lo siguiente:[7]Desesperado, Montúfar remitió al puerto de Esmeraldas una carta para que se la entregasen a cualquier buque inglés, pidiendo el apoyo de Gran Bretaña para la Junta Soberana.Lamentablemente, el apoyo británico a la independencia hispanoamericana se materializaría muchos años después tras la restauración del absolutismo de Fernando VII.La reunión le sirvió para convencerse del peligro de una revuelta similar en la capital del virreinato, por lo que reforzó la seguridad en Bogotá y despachó hacia Quito 300 soldados para aplastar a la Junta Soberana.Aunque se lo considera sincero entusiasta de la libertad, no tuvo el liderazgo suficiente para continuar la lucha.En el proceso se recurrió a la tortura y la falsificación de documentos.Para aquel entonces, ya se sabía que estaba viajando hacia Quito Carlos Montúfar, quien había sido nombrado en España comisionado regio de Quito, y que probablemente absolvería a los patriotas enjuiciados.Los realistas de Quito y la Audiencia vieron con malos ojos la anunciada llegada del comisionado regio Carlos Montúfar.Al llegar Angulo y no ser atacados, los soldados neogranadinos usan uno de sus cañones para volar la pared que separaba su cuartel del Real de Lima, en donde se suman a la lucha.Los ocho quiteños que atacaron el cuartel fueron tomados por sorpresa; dos de ellos, Mideros y Godoy, cayeron muertos al intentar escapar.La forma en la que el joven sublevado Mariano Castillo se salvó de la masacre, haciéndose pasar por muerto, fue muy comentada:Consumada la ejecución de los patriotas, las tropas coloniales empezaron a disparar contra el pueblo que se encontraba afuera del cuartel y en las calles cercanas.Hasta algunas mujeres quiteñas se sumaron a la lucha, como refleja este testimonio:Otro español, el oidor de la Real Audiencia Tenorio, se opuso a la criminal orden.Con una procesión improvisada, el obispo paseó por las calles, en aras de detener la refriega.Luego, se apersonó en palacio para negociar con Ruiz de Castilla y sus soldados:En Bogotá, Francisco José de Caldas protestó por los hechos en su periódico “Diario Político”.Caldas conocía bien el Ecuador pues lo había recorrido en varias expediciones científicas.Para el Libertador, los acontecimientos que se dieron en Quito, fueron el preludio de las atrocidades que en toda la Nueva Granada y Venezuela cometerían los comandantes realistas, como Toribio Montes y José Tomás Boves, a los que Bolívar respondería con la declaratoria de "guerra a muerte", que implicaba la ejecución de civiles realistas como represalia: "españoles y canarios, contad con la muerte aún si sois indiferentes", declaró Bolívar.No es nada evidente que, a la imagen de España, los libertadores eran traidores al Rey, porque el Rey había renunciado al trono en favor del hermano de Napoleón.