Masacre de Juliaca
[13] El suceso fue el más mortal en el país dentro del desarrollo de la convulsión social,[14][15] llegando a ser calificado como masacre por algunos medios.[16] La Comisión Interamericana de Derechos Humanos condenó la violencia perpetrada por la PNP.[42][43][44] El 7 de enero, los manifestantes intentaron tomar al Aeropuerto Internacional Inca Manco Cápac, pero fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos.[47] Las autoridades también le dispararon a un reportero gráfico de la agencia EFE en la pierna, supuestamente amenazando al reportero diciendo «te vuelo la cabeza y sales muerto de aquí».[44] Tras las manifestaciones del día anterior, grupos aimaras y quechuas de las regiones aledañas anunciaron que marcharían a Juliaca para protestar contra la opresión de las autoridades.[44] En respuesta al llamado a protestas más grandes y para evitar los bloqueos de carreteras de los manifestantes, la Fuerza Aérea del Perú transportó municiones, gases lacrimógenos y otros equipos para responder a las protestas en el área, con un Lockheed C-130 Hercules llegando al Aeropuerto Internacional Inca Manco Cápac a las 11:00 a. m..[44] Manifestantes de Ananea, Azángaro, Ayaviri, Carabaya, Moho, Huancané y Putina marcharon a Juliaca para participar en las protestas.[54] Los protestantes lanzaron piedras y otros objetos para derribar el cerco metálico e ingresar a la pista de aterrizaje.El Ministerio del Interior indicó que producto de estas acciones, 22 efectivos resultaron heridos.[11][60][61] Los manifestantes informaron que los saqueadores parecían ser infiltrados locales y cuando se contactó a la policía sobre saqueos en la ciudad, esta no respondió; en cambio, se vio a las autoridades abandonando la protección de las tiendas.[11] Se reportó el homicidio de un policía, Luis Soncco Quispe, quien fue incinerado dentro del vehículo.[13] Según el informe pericial de necropsia médico legal N.º 019-2023, se confirmó nuevamente que tal fallecimiento ocurrió originalmente por traumatismo encéfalo craneano y no fue quemado vivo como había declarado el primer ministro Alberto Otárola.[70] Aun así, el portal regional El Buho señaló que el oficialismo atribuyó como autor a una presunta «turba», luego que un medio local viralizó el hecho con el cartel «Dina asesina».[72][73] Videos y pruebas fotográficas, a las que tuvo acceso La República, mostraron que la PNP utilizó fusiles largos para disparar contra los manifestantes y personas cercanas.[72] Según Dany Humpire Molina, exgerente de peritaje del Ministerio Público y médico forense, «los proyectiles parecen haber sido disparados por fusiles AKM, que es el armamento usado por la Policía nacional… Si las balas fueron encontradas dentro del cuerpo, se califican como penetrantes.[72] La presidente Boluarte, sin embargo, se opuso a tales hallazgos, afirmando en cambio que «Hoy sabemos que un tipo de armas de fuego y municiones habrían ingresado al país por el sur del Perú» y que las autoridades no dispararon a los manifestantes, asegurando que «ni la Policía nacional ni las Fuerzas Armadas» utilizaron las municiones encontradas en las víctimas.«El ejército permitió que la multitud entrara al aeropuerto, y cuando estuvo adentro, comenzó a disparar.[77] Posteriormente el programa ATV Noticias al estilo Juliana reveló el testimonio del suboficial ahora retirado Jhon Torres Yataco.[93] Otros acontecimientos violentos al sur del Perú, también ocurrieron en Apurímac, Ayacucho y Madre de Dios.CIDH urge al Estado tomar medidas inmediatas para prevenir y sancionar el uso excesivo de la fuerza en las protestas sociales».[95] El ministro del Interior, Víctor Rojas, defendió la respuesta de la policía en que se resaltó el respeto a los derechos humanos.[96] Sin embargo, afirmó que una turba de manifestantes «instigaron y no se pudo controlar... ¿Estaban buscando un objetivo?