Posteriormente ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú, en donde estudió la carrera de Educación.
Posteriormente se acercó al Grupo Kloaka, y mantuvo una relación con el poeta subte Rafael Dávila Franco.
En 1992, Garrido-Lecca y su pareja Carlos Incháustegui Degola vivían en una casa de tres pisos en Surquillo.
Garrido-Lecca fue intervenida en la puerta de la casa junto con su pareja y dos amigos que los visitaban.
Garrido-Lecca fue procesada por un tribunal militar sin rostro y condenada a cadena perpetua por el delito de traición a la patria y enviada al penal de Yanamayo en Puno, donde purgó condena hasta el año 2001; sin embargo, en el año 2002, su sentencia fue anulada y se ordenó un nuevo proceso para ella por el delito de terrorismo en agravio del Estado.