En 1803, al quedar huérfana de madre y ante la creciente ceguera del padre, hubo de ocuparse de la familia, según exponía el padre en un memorial dirigido al rey Carlos IV por el que solicitaba le fuese concedida una pensión con objeto de hacer posible la continuidad de los estudios artísticos de su hija, acerca de los que explicaba que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, «satisfecha de su aplicación y adelantamiento la mandó presentar mensualmente (como lo ha hecho sin interrupción) sus dibujos en señal de admitirla por Discípula suya no obstante la imposibilidad de asistencia a los estudios por razón de su sexo».
[3] Por un anuncio publicado en el Diario de Madrid del 27 de agosto de 1812 hay noticia de otro grabado no conservado: el retrato de Fernando VII «vestido a la antigua española, que puede servir para medallones», del que era autora «Doña María del Carmen Saiz, profesora y única discípula de la real academia de S.
[4] En 1816 presentó a la Real Academia de San Fernando una estampa con dos cabezas, masculina y femenina, para su admisión como académica de mérito, título que le fue reconocido por unanimidad en la junta ordinaria celebrada el 4 de febrero.
[6] En 1828 se casó con Juan Salas, profesionalmente dedicado a la pintura, como restaurador y como profesor, pero el matrimonio debió de vivir con grandes estrecheces pues tras enviudar, en 1865, solicitó una pensión por los servicios prestados y en el padrón de 1868 constaba como viviendo «de caridad».
Falleció el 11 de diciembre de ese año, en la misma casa de la Cava Baja en que había vivido desde la infancia.