[1] En el año 1859, juntamente con Miguel Cané, Vicente Fidel López, Luis L. Domínguez, José Domínguez, Marcelino Ugarte, José Roque Pérez y Félix Frías, fundaron el diario La Patria.
En el año 1860 dirigió la revista El Foro, publicación del Colegio de Abogados de Buenos Aires, creado poco tiempo antes, conjuntamente con José Benjamín Gorostiaga y José Domínguez.
Fue Ministro Plenipotenciario en Washington, en reemplazo de Don Domingo Faustino Sarmiento quien al asumir la Presidencia lo designó en tan importante cargo.
Posteriormente fue designado ministro Plenipotenciario ante los gobiernos de Inglaterra,[5] Francia, Italia, España y Austria-Hungría.
Ingresó a la carrera diplomática, en el año 1863 al ser designado, por el entonces presidente Bartolomé Mitre, como Secretario de la Legación Argentina en Francia, Italia y España a cargo del Ministro Plenipotenciario Mariano Balcarce, yerno del General San Martín.
Pese a su vasta y agitada carrera diplomática, que lo llevaría a ocupar la plenipotencias ante los Estados Unidos, Austria-Hungría, España, Italia Francia e Inglaterra y que abarcó un lapso de veintisiete años, encontró el tiempo suficiente para el cultivo de las letras, escribiendo artículos periodísticos y ensayos.
Durante el tiempo en que estuvo en los Estados Unidos, el presidente de ese país Ulysses S. Grant le tomó afecto al matrimonio García Aguirre y los invitaba en forma privada a su mesa familiar.
Al año siguiente continuó con la contratación de tres nuevas maestras y durante toda su gestión aportó sus mejores dones para materializar el sueño del Padre de la educación argentina.
Hacia 1873 la situación internacional del país, sin ser mala, despertaba inquietudes ya que Chile, con el visto bueno de Brasil, se manifestaba resuelto a resolver según su tesis el problema posesorio de la Patagonia mientras los brasileños ocupaban militarmente, apoyados por una fuerte escuadrilla, la isla Argentina del Cerrito en la unión del río Paraná con el río Paraguay.
Ya instalado en la capital del Reino Unido, García Aguirre no tardó en poner manos a la obra y tomó para sí la dirección técnica de la construcción de los buques y, pese a ser completamente lego en temas navales, encaró la tarea con el mayor celo y responsabilidad asesorándose activamente con diversos expertos del Almirantazgo Británico, de quienes informaba a Sarmiento Los colaboradores del ministro en su tarea fueron Hunter Davidson, un tal Mr.
En una misiva posterior fechada en Birkenhead, lugar donde se localizaban los astilleros Laird Brothers donde se construían varios de los buques, el 8 de mayo García le confió a su amigo presidente:
En ella le dijo que él ha terminado su profesión anfibia, felicitándolo por la entrega del mando, luego de haber “hecho mucho por la Patria” y sugiriéndole la urgencia de cifrar los telegramas con clave propia, pues los telegramas oficiales se hacían con la firma Mercantile Bank.
Manuel García Aguirre tuvo un interesante trato epistolar en documentación privada con Domingo Faustino Sarmiento.
En estas cartas se puede apreciar la evolución de las ideas que animaron a Sarmiento.
El amigo correspondió a esa amistad con colaboraciones y juicios imparciales dignos de mencionar.
Fue árbitro entre naciones, y era, sin disputa, el personaje más conspicuo del Cuerpo Diplomático Argentino”.
“Tocaba con mano piadosa el corazón de la patria, para sentir con ella; y fortificaba su espíritu con la esperanza de que prevalecerían, en la práctica, sus ideales y sus principios.” “No era esto vanagloria, que no cabía en su alma generosa.
“Entonces será el pueblo quién rinda a esa memoria honrada el homenaje que el Gobierno ha negado al doctor García, para cuya muerte ni siquiera se ha izado a media asta una bandera argentina, tan barata en estos tiempos para solemnizar los funerales de la libertad en cabeza de los que la han desnaturalizado”.