Manuel Polls Pelaz

A través del estudio de la fenomenología en la naturaleza, desarrolla primero en Barcelona su teoría del Nadismo, y posteriormente en Granada una posibilidad cinematográfica místico-libertaria que bautiza como Cinemística desde su posición como "cinehasta".

En la actualidad prosigue sus films e investigaciones, centradas en la descripción de una realidad sin tiempo cronológico.

A las pocas semanas su familia se muda nuevamente a Málaga en Andalucía, donde pasará su primera infancia, para regresar posteriormente a Cataluña donde cursará sus estudios, en un entorno agradable, de clase media española, católica y bilingüe castellano-catalán, dados los orígenes vallisoletanos de la familia materna, y gerundenses de la paterna.

Compaginará sus estudios con un trabajo en la fábrica de alfarería y cerámica que a finales del siglo XIX había iniciado su bisabuelo en Breda (Gerona).

Al final del periplo ocurre una crucial estancia en Viena: Aconsejado por Margalef se encuentra allí con el etólogo Rupert Riedl, quien le dirigirá hacia el zoólogo Heinz Tünner, que le introduce en la problemática del complejo genético de la rana verde europea y, siguiendo el consejo de este, se trasladará a París entre 1985 y 1988.

Allí, y gracias a varias becas (Ministerio cultura español, Fondation de la Princesse Singer-Polignac, c.h.a.l.u.t.

[2]​ En París y Ginebra vive un periodo multicultural muy intenso, coincidiendo con eminentes pensadores, de la talla del matemático René Thom, el evolucionista Ernst Mayr y el físico Benoît Mandelbrot.

Durante su estancia en París es presidente fundador del ISSCA[3]​ (International Society for the Study and Conservation of Amphibians), un proyecto esencialmente dirigido por quien sería su director de tesis en Francia, el profesor Alain Dubois.

[4]​ El tema fundamental de ambos trabajos se ocupa, en sus diferentes vertientes, del estudio, desarrollado junto a Jean-Daniel Graf, del primer caso conocido entre los vertebrados terrestres, de una espermatogénesis sin meiosis (substituida por una gametogénesis alternativa, con exclusión del set cromosómico materno, seguida por endomitosis, con esperma final 100% de origen paterno).

Pero no es hasta su estancia en París y Ginebra que se inicia como autor cinematográfico, publicando varios artículos sobre historia del cine suizo, e italiano durante el periodo neorrealista, así como ensayos, principalmente especializados en la obra del director italiano Michelangelo Antonioni.

Con su amigo y actor el tolosano Gilles Duffaut[8]​ otrora estudiante en la escuela parisina de teatro Le Coq, intentarán hacer un film en homenaje a Antonioni (“Le doute de A.”), que finalmente no llega a realizarse, pese a una donación de película virgen por parte de Kodak Pathé, y a un alentador encuentro con el director alemán Wim Wenders, quien había manifestado inicialmente su interés por el proyecto.

Escribe un ensayo autobiográfico inédito titulado “Diario de un Barman”, que se puede enmarcar en un periodo que él bautiza como "Nadismo": Un culto, una actitud constructiva y existencialista basada en la circunscripción periférica de la nada, dilatando la íntima relación con el vacío, en un sentido enriquecedor y abismal a la vez, a través no solo de la introspección sino también y mucho por la experiencia.

En efecto cada elemento que confluye en la posibilidad de una escena es ya, por separado, sumamente improbable e imprevisible, con lo que el fenómeno es aún más milagroso cuando dichos elementos concurren todos a la vez, reunidos e idispensables, y finalmente surge el plano, la secuencia.

Manuel se manifesta a menudo poco favorable, al menos dentro del contexto europeo, de la utilización del término "independiente", importado y de connotación claramente anglosajona, y que sin embargo utilizan aquí ciertos films que parecen precisar de una etiqueta socialmente reivindicativa, necesaria tal vez para mantener las apariencias; films que por cierto a menudo están subvencionados por las instituciones opresivas del Estado.

“Pues te busco es que te encontré” decía Unamuno, “Toda ciencia trascendiendo” poetizaba San Juan de la Cruz en su Cántico, y “No hay camino, se hace camino al andar” declinaba Machado.

Pensadores y místicos de distintas religiones han referido siempre la dificultad en transcribir el acercamiento a la musicalidad del silencio profundo, comparándolo con la necesidad de probar un fruto sabroso, cuando se quiere conocer y disfrutar verdaderamente su sabor.