Todo apunta a que fue allí donde se elaboró la originaria receta del mantecado.
Los árboles desaparecieron en el siglo XVIII, eliminados por las tropas francesas para evitar que allí se escondieran los guerrilleros y posteriormente los bandoleros.
Quedando el paisaje tal y como ahora se conoce; llanura de cereal.
El éxito de Micaela se basó en una mejora sencilla a la par que ingeniosa: secarlos.
Gracias a esto, el mantecado resistía mejor el transporte y almacenaje, conservando sus cualidades durante más tiempo como si acabase de salir del fuego, si bien es cierto que perdía en parte la textura suave y mantecosa que posee el producto cuando no se seca.