Mancio (Mancio de Évora, en latín Mantius, en portugués Manços) fue un mártir y santo cristiano de finales del siglo VI o comienzos del siglo VII.
Aunque los detalles de su vida son escasos y contradictorios, su hagiografía (Passio Mantii,[2] redactada en el siglo VII[3]) cuenta que fue un esclavo cuyos amos eran judíos, que le llevaron con ellos de Roma a Évora, donde fue coaccionado para convertirse al judaísmo, siendo él cristiano.
A mediados del siglo VII, cuando aún vivían quienes le conocieron, se encontró su cadáver (cuya localización habría sido revelada por el propio santo, aparecido "en sueños a un padre de familia noble que había perdido su fortuna"[5]) y fue enterrado cristianamente, erigiéndose una basílica sobre su tumba (posteriormente completada con una segunda basílica, un baptisterio y unos jardines[5]) y redactándose su Passio.
Entre las posesiones más antiguas de la catedral, documentada en sus cartularios, estaba un lugar denominado São Manços.
Tales previsiones sobre los esclavos hasta entonces no figuraban en la legislación antijudía que se venía promulgando desde los reinados anteriores, pero son congruentes con la narración del martirio a que habría sido sometido Mancio por sus amos judíos según la Passio Mantii.