[1] Mantuvo un taller que trabajó en toda la comarca.
Significativas y características son las portadas, en cuyo trabajó consiguió una monumentalidad poco común.
También destacó por las grandes esculturas que decoraban las fachadas y los tímpanos, con los llamados ojos de insecto, desproporcionados y llamativos con el resto del cuerpo.
[2] Sus bailarinas contorsionistas son típicas de este maestro o taller.
[3] Se encuentra obra suya también en otros lugares, como en el monasterio viejo de San Juan de la Peña,[4] en el claustro de San Pedro el viejo (Huesca), y en la iglesia de Santa María la Real, en Sangüesa (Navarra).