Monasterio de San Pedro el Viejo (Huesca)

Catalogado como Monumento Nacional desde 1885,[1]​[2]​ su arquitectura y escultura lo convierten en uno de los conjuntos históricos más importantes del románico aragonés.

Al ser reconquistada Huesca en 1096, el monarca aragonés Pedro I cedió “eclesiam Santi Petri illam antiquam” —la iglesia antigua de san Pedro— al entonces próspero monasterio benedictino de Saint-Pons-de-Thomières situado en el Languedoc,[3]​ que en 1117 inició la construcción del templo, claustro y restantes dependencias monacales.

Las capillas laterales muestran interesantes obras de arte: El claustro se construyó en el siglo XII, dentro del románico avanzado; tiene planta rectangular moderadamente irregular, con arcos de medio punto, rematados en 38 capiteles, que se sustentan sobre fustes pareados.

En el siglo XIX el claustro se encontraba en ruinas lo que dio lugar a su reconstrucción.

Su trabajo es tosco, muy inferior ala finura técnica y habilidad compositiva de los capiteles originales.