Música profana

Esto hace que una extensa variedad de géneros musicales formen parte de la música profana: todas las músicas folclóricas, las marchas militares, las suites, la música de cámara, las sinfonías, los villancicos y muchos otros géneros de música, como las músicas destinadas a la danza (ballet, tango, pasacalle, fandango, zarabanda, chacona) o al espectáculo (ópera, zarzuela, opéra-comique, singspiel, opereta, comedia musical, música de escena) son ejemplos.

El término «secular» significa «que vive en el siglo», en el sentido de ser propio a lo cotidiano, al orden cosmológico y terrenal de las cosas,[2]​ mientras que el término «sacro» se refiere a todo lo que es sagrado y destinado a ser eterno, sin ataduras temporales con el mundo terrenal.

El clero secular, por ejemplo, es el del sacerdocio, destinado a ejercer un ministerio entre los laicos, quienes viven «en el siglo», es decir en su época, en su contexto terrenal etc.

El clero regular es el que vive lo más apartado posible del mundo y siguiendo una regla de ascetismo que le permita alcanzar lo divino, lo eterno, es decir lo contrario a lo secular.

En este contexto, cuando se nombra la música profana del medievo, o música profana medieval, se habla de una categoría de música que se demarcó como tal para distinguirse de la música religiosa, y esto sucedió a finales del siglo IX, después de la aparición del canto gregoriano y casi al mismo tiempo que la polifonía.