El 2 de abril de 1846 se sublevó en Lugo el segundo batallón del Zamora, dirigiendo la sublevación el coronel Miguel Solís y Cuetos, el cual proclamó la disolución del Consejo Provincial y la Diputación.
Cuando la situación ya estaba bajo el control de los insurrectos en Lugo, Solís dirigió una arenga a sus soldados.
Tres días después, un juicio sumarísimo lo condenó a muerte en Carral.
Este juicio no fue celebrado en Santiago de Compostela ni en La Coruña por miedo a los simpatizantes del coronel que había en estas ciudades.
El párroco, que presenció el fusilamiento, en el acta de defunción añadió: "Espectáculo horroroso.
Diez años después, ya durante el Bienio Progresista, el gobierno declararía "Beneméritos de la Patria" a los doce fusilados.