El nacionalismo gallego es una corriente política y cultural que propugna el reconocimiento de Galicia como nación, entendiendo que esta comprende principalmente la actual comunidad autónoma española del mismo nombre y, en otros casos, también las comarcas de Eo-Navia en Asturias, El Bierzo en León y Sanabria en Zamora.
[4] Actualmente, las principales fuerzas políticas que defienden estos planteamientos son el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y Anova-Irmandade Nacionalista (una de las fuerzas que integran la coalición En Marea), la primera con representación en el Parlamento de Galicia.
Los suevos llegaron a ocupar la zona que se denominó durante la época romana como Gallaecia, siendo esta zona un reino independiente durante unos 174 años (411-585), estando el resto de la Península bajo control visigodo.
Desde 1230, con Fernando III de Castilla, el reino leonés quedó reunido definitivamente en la Corona castellana.
Algunos sectores políticos han propuesto su recuperación como denominación oficial de la comunidad autónoma.
Los séculos escuros ("siglos oscuros") de Galicia comenzaron a partir del siglo XV y el idioma gallego sobrevivió en las clases populares, mientras las clases altas y la burguesía adoptaron, mayoritariamente, el castellano para ascender en la escala social.
La primera etapa se caracteriza por ser un período muy activo cultural y políticamente.
A partir de 1865, e incluso 1875, se desarrolla el federalismo gallego, con él surgirían los primeros ideólogos protonacionalistas como Alfredo Brañas (que inspiró a intelectuales nacionalistas catalanes), que conseguiría su cumbre con la Primera República Española.
En este período se dio una reestructuración cultural e ideológica, en la que sectores tradicionalistas y conservadores adoptaron las ideas galleguistas.
Remata con la fundación de la Real Academia Galega (RAG) y el paso a las Irmandades da Fala.
Durante esta época, el federalismo republicano gallego, por medio del Consejo Federal de Galicia, presidido por Moreno Barcia, presenta un Proyecto de Constitución para el futuro estado gallego, en 1883, que será aprobado por la Asamblea celebrada en Lugo, en 1887.
Se puede establecer el comienzo del nacionalismo gallego propiamente dicho en la asamblea que las Irmandades celebran en Lugo en 1918, en la que se manifiesta: En esta primera Asamblea se concluye reivindicar una autonomía total para Galicia, hacia una federación de naciones de la Península; la cooficialidad del gallego y del castellano en Galicia (en vigor), así como un asiento para Galicia en la Sociedad de Naciones.
Esta alcanzó un importante éxito electoral en las elecciones constituyentes de 1931, siendo la fuerza hegemónica en Galicia con 15 diputados.
Entre ellos, claros nacionalistas como Antón Villar Ponte, Suárez Picallo o el propio Ramón Otero Pedrayo, integrado a través del Partido Nazonalista Repubricán, con implantación en la provincia de Orense.
Estuvo liderado por Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao y Alexandre Bóveda.
Buscaba, así, agudizar las contradicciones de la dictadura y del capitalismo que, según entendían, en Galicia tenía un semblante nítidamente colonial.
El caso paradigmático sería Xerardo Fernández Albor, captado por Manuel Fraga para ensayar una Alianza Popular de corte regionalista.
Esta trabajaba ya en la constitución del Bloque Nacional-Popular Galego para concurrir a las primeras citas electorales.
En las primeras elecciones tras la muerte de Francisco Franco, el nacionalismo se presenta fragmentado y con posiciones rupturistas que asustan al electorado más moderado en un momento de gran incertidumbre política.
En las primeras elecciones autonómicas, el nacionalismo gallego vuelve a presentarse dividido.
Esta fuerza mostraría una tendencia a crecer contrastada en posteriores comicios de ámbito diverso.
El primer intento ya lo había protagonizado Unidade Galega, que integraba al Partido Galeguista y otras fuerzas más a la izquierda de perfil moderado y que había obtenido un llamativo respaldo en las ciudades gallegas en las primeras elecciones municipales, llegando a conseguir la alcaldía de La Coruña.
El BNG conoció un considerable aumento de los votos en los años recientes, llegando incluso a ser, con Xosé Manuel Beiras, la segunda fuerza política gallega, por delante del Partido dos Socialistas de Galicia-PSOE.
En la opción de centro se presentó Terra Galega, que consiguió superar la barrera del 2 % de los votos y el recién refundado por segunda vez Partido Galeguista, que, perdidas sus raíces históricas e ideológicas cosechó un rotundo fracaso.
Entre estas, la más fuerte es Frente Popular Galega (FPG), integrado en Anova-Irmandade Nacionalista.
Por su parte, Nós-Unidade Popular organizó campañas para la retirada de la simbología franquista que aún queda en Galicia.
Con la reforma del Estatuto de Autonomía, los nacionalistas intentan alcanzar mayores cuotas de autogobierno en materias como pesca, administración de Justicia, policía autonómica, cuencas fluviales, asistencia social e inmigración, industria y administración local así como a equiparar el estatus jurídico del idioma gallego con el castellano.
Proponen incorporar un listado de derechos cívicos conforme a las tendencias sociales que consideran más avanzadas y un modelo de financiación que revierta en Galicia su valor añadido generado por sus sectores productivos.
Tras la XIII Asemblea Nacional del BNG abandonaron esa fuerza política varios sectores.