Los funerales de Atahualpa
Terminado el dominio español, los artistas de la naciente república buscaron quebrar con la tradición colonial al adoptar nuevos referentes estéticos.Terminado el trabajo, el artista emprende el viaje a Perú recalando en distintas ciudades, donde Los funerales de Atahualpa es vista por numeroso público y cosecha favorables comentarios.Aún con las limitaciones impuestas por la falta de conocimiento preciso sobre el pasado incaico y su visualidad, la obra alcanza suficiente verosimilitud para transmitir la fuerza dramática del suceso histórico.[2] Durante el siglo XX es reproducida en diversos soportes, incluso copiada en manifestaciones de arte popular.El contraste entre el rostro del Inca y los modelos femeninos europeos es una inconsistencia que ha sido señalada por diversos críticos.