Los etruscos, llamado tirrenos por los griegos, tuvieron fama de ser muy religiosos ya desde la Antigüedad clásica, lo que fue utilizado en su contra muchas veces dando lugar a diversas fábulas sobre su supuesta afición a supersticiones, brujerías y encantamientos.
Estos dicen que, tradicionalmente, se creía que los libros fueron revelados a los etruscos a través del héroe Tages, o Tagate, natural de Tarquinia y nieto del dios supremo Tinia.
Es de notar que la religión etrusca obvia cualquier valor moral o ético.
Se conocen varios testimonios etruscos sobre su religión: espejos, láminas de bronce, relieves...; sin quedar libros completos.
Menciona también la existencia, no comprobada, de numerosos himnos religiosos, canciones populares y poesías.
La literatura no religiosa que ha sobrevivido es escasa, y aun así aún no somos capaces de entender completamente el idioma etrusco fuera de las pequeñas inscripciones, que no presentan problema ya que el alfabeto tirreno se conoce bien.
Escrito en bustrófedon, posee un diámetro de ocho centímetros y contiene un texto en lengua etrusca.
El Liber Linteus Zagrabiensis es el texto etrusco más amplio encontrado hasta ahora.
Cuando el libro fue inútil se cortó en tiras y se utilizó como vendajes para la momia de una mujer joven en Alejandría, que llegó a la academia yugoslava de Zagreb en 1867.
Data del siglo II a. C. y consta de 60 palabras que, en parte, describen la genealogía, historia y elogio del fallecido; contienen además los nombres de varios dioses.