Leyenda de Cardeña

La única relación histórica en vida del noble castellano con Cardeña fue la de que el monasterio estaba situado en una zona donde Rodrigo Díaz poseía heredades, y por una ocasión coyuntural en la que el aristócrata llamado el Campeador actuó como procurador en un proceso judicial entre los monjes cardenienses y ciertos infanzones por el dominio de unos pastos, en cualquier caso una actuación debida al nombramiento de Alfonso VI para tal desempeño, y no por voluntad propia de Rodrigo Díaz.

Tampoco aparece en la abundante documentación del monasterio de Cardeña coetánea ninguna relación significativa del Campeador con el cenobio.

El sentido de la Leyenda de Cardeña es el de redondear una figura ya legendaria del Cid con los perfiles de cristiano ejemplar y héroe invencible, completando los huecos de su biografía real y soslayando algunos de sus hechos, que no encajaban con la visión del Cid requerida, como su servicio por cinco años a los reyes musulmanes de Zaragoza, aspecto que sí desarrolla la biografía latina llamada Historia Roderici, compuesta hacia 1190.Es en esta segunda mitad del siglo XIII, además, cuando se están creando importantes gestas heroicas fundacionales de la literatura medieval castellana que se vinculan con las funciones propagandísticas de unos monasterios que necesitan promocionarse.

Para ello este relato tomó la forma de testamento del Cid (un apócrifo o falsificación) en el que este ordenaba el embalsamamiento de sus restos mortales y el traslado a Cardeña para su reposo eterno, con las habituales mandas testamentarias en que se hacían importantes donaciones a la abadía cardeniense.

La figura del héroe castellano queda caracterizada en esta Leyenda de Cardeña como la de un fiel luchador por la fe y por el rey de Castilla, su señor natural, cuando en vida de Rodrigo Díaz, Alfonso VI era rey de León fundamentalmente, pues Castilla aún no tenía la importancia que llegará a tener con Alfonso X el Sabio y Sancho IV, cuando se componen estas leyendas cardenienses, y el concepto de «señor natural» es anacrónico para la época en que vivió el Rodrigo Díaz histórico, pues tal concepto no se consolidará hasta el siglo XIII.