Larrea (apellido)

No señalan los autores el arranque u origen del mismo limitándose a enumerar las distintas casas así denominadas que fueron apareciendo en los diversos lugares que más adelante se señalan.

Puede aceptarse la verosimilitud genealógica a partir del siglo XIII, en que empezó en la Edad Media cierto orden en la transmisión de apelativos.

Se unió en matrimonio con doña María de Bitano Zárate, naciendo: II.

Larrea fue elegido Corregidor de Castro Urdiales en 1540 y su mujer testó allí aun joven en 1564.

[5]​ Fueron sus hijos: Los Larrea en el País Vasco entre los siglos XI y XV, ocuparon, como se ha visto, una modesta posición de hidalgos provincianos.

El hijo de esta pareja, Juan, consigue un alto cargo en la Corte española y, aun con mediana posición, emigra a América en 1577.

Luego de servir seis años en Charcas, el rey decidió que todos los protectores sean letrados, y como Larrea no lo era, se quedó sin empleo en 1584.

Obtuvo entonces que la audiencia le designara Corregidor de la Recaja, gobernando allí por muerte del Virrey.

En 1604, hallándose otra vez sin empleo, solicitó al Rey un Corregimiento Interino, hasta conseguir uno titular en Collaguas, Huancavelica o en los Andes del Cuzco.

Por no tener hermanos varones, heredó el mayorazgo fundado por sus abuelos en España.

Doctor Juan de Larrea Zurbano y Bustillo, nació en Colcapiura, Perú, hacia 1623.

En los tumultos de 1661, en La Paz, sirvió con su persona y dinero “hasta que echaron los forajidos”.

Este matrimonio permitió a los Larrea consolidar su poder colonial, pues su suegro, el Marqués don Dionisio Pérez Manrique y Lara de Siria, fue gobernador y capitán general de la Nueva Granada, Charcas y La Plata, es decir, uno de los más altos cargos que podían obtenerse en América.

A la final, en lugar de los 37.000 pesos, le dieron solo 25.000, declarando que él aceptó esta rebaja "por estar muy enamorado".

[10]​ Más tarde, se le hizo una segunda rebaja, quedando el dote en 18.000 pesos, incluyendo tres esclavos.

Entre las funciones en Quito de las que ha quedado testimonio tenemos algunas: en 1687, el rey ordenó la clausura de los obrajes en Quito y Perú, por el abuso contra los indios, quienes no podían pagar los tributos, tenían crecidas deudas y abandonada la agricultura.

Larrea y los otros Oidores dieron licencia a Jacinto de Arandía y José Antonio de la Carrera para mantener obrajes, pero cumpliendo las leyes en defensa del indio, que era solo una utopía.

Declaró ser Oidor Jubilado más antiguo, pidió ser sepultado en el Presbiterio de San Francisco, junto a la Epístola donde tenía su sepultura, pidió que le acompañara el Cabildo de la Catedral.

Vivió en Quito desde su niñez e hizo estudios de Derecho hasta obtener la Licenciatura.

En 1708, "le pusieron una niña a sus puertas", que él hizo criar por Rosalía Zúñiga.

En 1713 estuvo en España, y al emprender el viaje antes de 1711, su madre le había entregado 12.000 pesos.

Por aquella deuda con Zuleta, esta hacienda se remató en Cotocollao en IX-1727, perdiendo Larrea 7200 pesos.

Ya en 1708 tenía su casa en Quito, en la calle de La Compañía (actual esquina nor-occidental entre García Moreno y Bolívar), frente al clérigo Francisco Chegoyen, diagonal a los Ontaneda.

Más tarde, entró de franciscano, figurando como canonista, escritor y catedrático, siendo autor del popular "Dulce Jesús mío", que hizo imprimir en su época.

José Javier de Larrea Zurbano y Dávalos, que sigue la línea.

Así pues, con una decena de propiedades, la situación económica estaba más que consolidada.

Formó familia en Riobamba con su pariente doña Francisca Yépez y León (hija del Cp.

Casó en Riobamba el 24 de enero de 1756 con su pariente Rosa Villavicencio y Guerrero, nacida en Quito en 1733 y ya difunta en 1784 (hija del primer Conde del Real Agrado, Gral.

Se graduó de abogado en 1750, a los 21 años, doctor en Derecho Civil y Canónico, era aun seglar en 1757.

Pedro Lucas Larrea y León, que forma la línea de Chambo.