Langstonia

[6]​ Busbey asimismo descartaría la pertenencia del fósil peruano a S. huilensis, basándose en su anatomía singular, con dientes menos espaciados y un hocico más ancho.

[7]​ Langston, junto a la paleontóloga argentina Zulma Gasparini, volvería a reportar nuevos restos de la especie en una contribución sobre crocodilomorfos fósiles de Colombia para el volumen Vertebrate Paleontology of the Neotropics: The Miocene Fauna of La Venta (1997).

En este caso se trataría de nuevos especímenes de dientes, un premaxilar algo más completo, un fragmento anterior del dentario, y dos vértebras: una sacral y otra caudal anterior, que también eran desconocidas para este grupo.

Paolillo y Linares además clarificaron el estatus del fósil peruano antes asignado a la especie, asignándolo a Barinasuchus, si bien se debe señalar, que esto no descarta su presencia en áreas más meridionales; en la zona de la Amazonia peruana conocida como el Arco Fitzcarrald se ha encontrado un diente característicamente aplanado del Mioceno medio, asignado por tanto a Langstonia.

[11]​ Aquí se presentará una lista de los especímenes asignados a la especie, con una breve descripción.

Los dientes son del tipo zifodonte, muy aplanados en sus lados, ligeramente curvados hacia atrás y con los bordes aserrados con pequeños dentículos (entre 5 a 6 dentículos por cada milímetro en los dientes de este género) y además sin ningún tipo de surcos en su superficie.

Los últimos sebécidos, como Langstonia y Barinasuchus, como superdepredadores de sus ambientes, debieron ser particularmente susceptibles a los cambios ecológicos en los que desaparecieron otros linajes, particularmente de mamíferos ungulados (como los grupos Astrapotheria, Leontiniidae, Adianthidae y Notohippidae), llevando así a su extinción a los últimos crocodilomorfos notosuquios del mundo.

El desierto de la Tatacoa, en el cual se han descubierto numerosos fósiles del Mioceno, incluyendo a Langstonia .
Reconstrucción en vida de Langstonia .