Lagostomus maximus maximus

Al ser este taxón una subespecie típica, su ejemplar tipo fue descrito originalmente como especie en el año 1817 por el zoólogo y escritor francés Anselme Gaëtan Desmarest, bajo la combinación científica de Dipus maximus.

En el año 1889 fue introducida en el noroeste del Uruguay, específicamente en la localidad de Belén, departamento de Salto (zona limítrofe con el departamento de Artigas), En ese país, en el cual nunca habitó naturalmente, la especie encontró un hábitat propicio, por lo que pronto se expandió, cubriendo el interfluvio limitado por el arroyo Yacuy por el norte y el río Arapey por el sur, calculándose que para el año 1920 las vizcachas uruguayas ya sumaban unas 2000, causando importantes daños.

Como resultado de una decidida reacción gubernamental, se logró eliminarla por completo para el año 1922, siendo este un caso testigo a nivel mundial en la lucha contra las especies introducidas, pues es muy poco frecuente que los planes de control se hagan en tiempo y forma, o que resulten efectivos.

[4]​ Su cráneo es del mismo tamaño que el de L. maximus petilidens pero se distingue por presentar los incisivos más gruesos.

[13]​ Exhibe una cabeza proporcionalmente grande, achatada, hocico abultado de extremo chato, largos bigotes y pequeñas orejas.

[14]​ El pelaje del cuerpo presenta un patrón cromático dorsal dominado por el gris, con tono amarronado.

Posee patas cortas, provistas de fuertes uñas, ya que son empleadas para cavar su madriguera.

En derredor de la boca las vizcachas van acumulando ramas, pajas, rocas, toscas, bosta, huesos, alambres o cualquier objetivo que les llame la atención.

Ante el menor peligro, como respuesta a una señal acústica de alarma impartida por el centinela, todas emprenden veloz carrera hacia la cueva, donde permanecerán hasta que el riesgo haya pasado.

[8]​ Se alimenta solamente de vegetales, con mayor énfasis en las gramíneas, atacando también a los cultivos.

Pero la mayor causa de sus capturas es por la relación conflictiva que este roedor entabla con los productores agropecuarios.

[21]​ Por todos estos inconvenientes, esta subespecie sufre de extinciones generales en vastas zonas de la pampa húmeda, a las que se suman también extinciones locales por causas que aún no son comprendidas totalmente, inclusive en superficies bajo estricta protección, como ha ocurrido en el parque nacional El Palmar.

[2]​ Es por esta razón que científicos[22]​ y hasta cazadores deportivos[23]​[15]​ han recomendado mayor protección para este animal.