El Prefecto no le escuchó y atacó la aldea con los resultados de siempre, la derrota.
Después de este fracaso se le ocurrió encerrarlos en su propia aldea, para lo cual hizo construir una empalizada rodeándola.
Ambos amigos se dirigieron a Rotomagus (Ruan) allí abordaron un barco en el que Flavia y Federicus, un matrimonio romano, celebraban su aniversario de bodas con un crucero por el río, la nave los llevó hasta Lutecia (París) donde compraron un jamón entero, sin darse cuenta de que un pequeño perro callejero blanco comenzó a seguirlos.
Continuando hacia Massalia la Magnífica (Marsella) por la ruta marina abordaron una barca y, después de una larga travesía, entraron en la “Taberna del navegante”.
El saco amarillo con los testimonios de las ciudades estaba cada día más grande y pesado mientras que el pequeño perro aún los seguía incansablemente.
Camino a Burdigala (Burdeos), mientras dormían en el bosque, Plexus y Radius, un par de ladrones romanos, robaron el saco con las vituallas.
Durante la navegación se encontraron con el mismo barco pirata de los últimos viajes al que hundieron una vez más.