A partir de los pocos datos que se tenían sobre este hombre y su proceso, se construyó una farsa en la que todos los personajes actuaban con caretas a excepción de propio Chez, víctima y testigo de todo el montaje que se creó a su alrededor.
Boadella, trasladado a un hospital del que luego se escapó, no sería formalmente exculpado hasta febrero de 1981.
Durante esta época hubo un movimiento teatral muy comprometido políticamente, que se llamó "teatro independiente", de renovada estética y uso del texto, que se convirtió en muy popular.
[1] Años más tarde, seis actores de la obra, entre ellos Ferran Rañé y Arnau Vilardebó, demandaron a Boadella defendiendo que La torna era una creación colectiva que fue tomando cuerpo en los ensayos con la participación de todos los actores.
En el nuevo montaje, la obra original es contextualizada mediante un grupo de viejos militares, los mismos implicados en el caso, residentes en un geriátrico, a los que, en sueños, se les aparecen escenas del montaje original de La torna.