Se trata de la única obra conocida del Greco sobre este tema, llegada hasta nuestros días.
Como tema independiente —de manera simple o enriquecida con elementos secundarios— apareció primero en algunos iconos bizantinos y después en la pintura de la Europa Occidental.
María y el Niño Jesús viajan a lomos de un asno gris oscuro, conducido por san José.
[11] San José, de espaldas al espectador, está representado como un hombre mayor, casi calvo, pero todavía robusto.
Apoya su brazo izquierdo en un cayado, mientras que con el derecho extendido tira del asno con una cuerda tensa, intentando traerlo a la dirección deseada.
Las figuras no marchan en fila, sino que forman una leve diagonal desde la parte inferior izquierda hasta más arriba a la derecha.
La falta de simetría central en la escena —separando las figuras a ambos laterales del cuadro— hace que el centro permanezca casi vacío, con un sencillo paisaje y dos pequeños árboles contra un cielo nuboso.