La Castañeda fue el centro psiquiátrico más grande de México hasta la segunda mitad del siglo XX.[2] El manicomio actualmente es más bien recordado por las condiciones de abuso e insalubridad que imperaron en sus instalaciones.Torres Adalid había mandado construir para sus trabajadores escuela y dispensario médico en la hacienda La Castañeda.Esta amistad le permitía ser apreciado por la clase alta porfiriana que era asidua a los paseos dominicales en su hacienda.No habría mejor lugar para sanarlos que un paraje tranquilo, agradable y saludable.El complejo fue planeado para funcionar como un hospital que propiciara un ejercicio profesional de la psiquiatría.Su diseño se inspiró en el del hospital psquiátrico francés "Charenton", activo en esa época, en París.1 200 internos,[5] inició funciones albergando a una población de 779 pacientes,- 350 hombres remitidos del Hospital de San Hipólito y 429 mujeres remitidas del Hospital del Divino Salvador;- en su mayoría estos primeros internos sufrían de epilepsia,[6] en esa época prácticamente cualquier cuadro epiléptico era considerado idiopático, no había un tratamiento satisfactorio para éstos y además se creía que los epilépticos eran proclives a la violencia y el crimen.La Castañeda se volvió el espacio para castigar y corregir a aquellos cuyas conductas rompían los parámetros de la normalidad; esto afecto en la población que ingresó al centro.Durante la primera mitad del siglo XX, La Castañeda frecuentemente fue mencionada como un lugar de injusticias y malos tratos a los internos.En 1968 se decidió cerrar el lugar y reubicar a los pacientes en diferentes hospitales psiquiátricos modernos de México.El manicomio de La Castañeda fue considerado un mal sueño en la psiquiatría mexicana, un episodio que no desea ser recordado.[13][14] En 1973 se comenzaron a habitar los departamentos de la unidad habitacional Lomas de Plateros contando con todos los medios necesarios para vivir en un lugar tranquilo, como son escuelas a nivel primaria, la preparatoria Miguel E. Schulz, centros comerciales entre otros.Ante la respuesta afirmativa del intendente, Quintana contrató al arquitecto Emmanuel Lugo para trasladar las rocas.