Luego del retorno de Rafael Carrera, de su exilio en 1849, el gobernante salvadoreño Doroteo Vasconcelos dio asilo a los liberales guatemaltecos, quienes hostigaban al gobierno de Guatemala en varias formas: José Francisco Barrundia lo hacía desde un periódico con ese expreso fin; Vasconcelos alimentó, durante todo un año a la facción rebelde “La Montaña”, en el oriente de Guatemala distribuyendo dinero y armas entre los sublevados.
Los aliados tomaron la iniciativa atacando por tres puntos diferentes y abriéndose un fuego muy vivo por ambas partes.
De esta forma rodeó al enemigo ya que ahora tenía frente a sí el fuego vivo del ejército guatemalteco, por los flancos un incendio y hacia atrás el río, que dificultaba la retirada.
Al ver esto la división central aliada cundió en pánico y comenzó una retirada desorganizada.
Carrera hizo reagrupar al ejército y cruzó la frontera en El Salvador; se encontraba acampando en Santa Ana, cuando recibió órdenes del presidente Mariano Paredes de regresar a Guatemala en vista de que los aliados solicitaban la paz.
Además, fue el punto de inicio del gobierno vitalicio para Rafael Carrera y Turcios.