Junta Revolucionaria de Gobierno (El Salvador)

El presidente Romero, en los dos años y medio de su mandato había enfrentado con una escalada represiva el creciente movimiento revolucionario.

En los meses anteriores, además, el presidente estadounidense, Jimmy Carter, envió varias veces al subsecretario de estado Viron P. Vaky[1]​ a entrevistarse con Romero para advertirle que debía renunciar o convocar a elecciones anticipadas, de preferencia en 1980.

Ello se debió a una maniobra del MNR y el PCS en el Foro Popular, con lo que evitaban la llegada de un dirigente demócrata cristiano con poder o con una influencia que neutralizara a los otros miembros civiles, como José Napoleón Duarte, Adolfo Rey Prendes o José Antonio Morales Erlich.

Sin embargo, el PDC no pensaba "gastar" a sus piezas fuertes, y envió a la Junta a los jóvenes miembros del sector progresista, como Mario Zamora, Rubén Zamora, Héctor Dada Hirezi y Jorge Villacorta, quienes sin embargo obtuvieron puestos claves, como el Ministerio de la Presidencia y los ministerios clave.

Era claro que la alianza no duraría mucho tiempo, y el ejército comenzó conversaciones paralelas con los miembros tradicionales del PDC.

Aunque se esperaba que el golpe de Estado y la conformación de la JRG frenarían el movimiento popular, o al menos darían un respiro, las cosas empeoraron.

Por si fuera poco, las LP-28 realizaron tomas de poblaciones periféricas, apoyadas por el Ejército Revolucionario del Pueblo, y llamaron a la insurrección; fueron combatidos por las fuerzas de seguridad, con importantes bajas entre sus militantes y la población civil.

El 2 de enero, el arzobispo Óscar Arnulfo Romero celebró una reunión de mediación, que fracasó: en ese momento, paralelamente, estaban renunciando varios miembros del gabinete, y las dimisiones continuarían durante la siguiente semana.

Además de Gutiérrez y Majano, fueron incluidos José Antonio Morales Erlich, del sector tradicional del PDC; Héctor Dada Hirezi, del progresista, quien había ocupado la cartera de Relaciones Exteriores en la Primera Junta, y José Ramón Ávalos Navarrete, un médico desconocido hasta entonces en el ámbito político, que se presentaba como figura independiente.

[2]​ Jaime Abdul Gutiérrez también siguió dentro de la Junta junto con los dirigentes políticos Héctor Dada Hirezi y José Antonio Morales Ehrlich (ambos miembros de la Democracia Cristiana) y el médico José Ramón Ávalos.

No tuvo más remedio sino irse al exilio a Costa Rica.

Más tarde, oficiales del ejército leales a Majano detuvieron al Mayor D'Abuisson durante una reunión en la que se decomisó información presuntamente relacionada al asesinato de Monseñor, dentro de una agenda del Capitán Álvaro Saravia, bajo el nombre de «Operación Piña».

En agosto de 1980, hubo una convocatoria a huelga general que fue reprimida por el ejército.

Durante los meses siguientes la violencia se desbordó en el país; los grupos de ultraderecha continuaron actuando sin control.

En marzo de 1981, la Junta anunció que convocaría comicios para elegir una asamblea constituyente, en el transcurso del año siguiente.

UU., 100 000 estadounidenses protestan en frente del Pentágono en oposición al envolvimiento de EE.

El nuevo presidente socialista francés Francois Mitterand expresa su apoyo a la rebelión salvadoreña.

15 de octubre de 1979. Durante un golpe incruento, un grupo de militares jóvenes y de profesionales civiles derrocan al presidente y general Carlos Humberto Romero Inicia así la primera Junta Revolucionaria de Gobierno.
Ministro Morales Ehrlich, miembro de la Junta en El Salvador, sostuvo reunión con la Comisión de Relaciones Exteriores en La Haya Descripción: Gualthérie van Wezel (CDA, izquierda), miembro del Comité
José Napoleón Duarte entró a la Tercera Junta Revolucionaria de Gobierno y luego fue nombrado presidente de la Junta . Finalmente entrega el gobierno a Álvaro Magaña el 2 de mayo de 1982. Él creía que trabajar con el ejército era vital para garantizar la transición a la democracia e implementar programas redistributivos, como la reforma agraria, mientras que sus críticos argumentaron que los graves abusos de los derechos humanos hacían que tal alianza fuera inaceptable.