Juliana de los Países Bajos

Su tutor Jan Ligthart la educó en una pequeña escuela creada para ese propósito en el palacio de Noordeinde, a la que asistió desde los seis, y donde recibió una educación elemental con otras niñas de su edad.

Según la constitución, oficialmente había alcanzado la mayoría de edad y estaba preparada para asumir prerrogativas reales si fuese necesario.

Dos días después su madre la nombró miembro del “Raad van State” (Consejo de Estado).

[2]​ Ese mismo año la princesa comenzó su carrera como estudiante en la Universidad de Leiden.

Durante sus estudios también realizó cursos sobre la cultura de Surinam y las Antillas Neerlandesas, la Constitución de los Países Bajos, relaciones internacionales, derecho internacional, historia general, y derecho europeo.

Como era costumbre en las monarquías de la época, la reina Guillermina también comenzó a buscar un marido adecuado para su hija.

Los príncipes del Reino Unido y Suecia fueron “vetados”, pero otros declinaron o fueron rechazados por la princesa.

Sin embargo, el matrimonio duró toda su vida y resistió la separación de ambos durante la Segunda Guerra Mundial, sus periódicas enemistades y las relaciones extramaritales e hijos ilegítimos del príncipe, conocidos públicamente.

En la ciudad de Ottawa, donde pocas personas la conocían, las niñas acudían a la escuela pública y Juliana hacía las compras personalmente.

Disfrutando de su anonimato, a menudo iba al cine y tomaba el autobús.

Cuando su tercera hija, Margarita, nació en 1943, el Parlamento de Canadá aprobó una ley especial declarando territorio neerlandés la propiedad de la princesa Juliana en la ciudad y el Ottawa Civic Hospital, para que simbólicamente la niña naciera en tierra neerlandesa.

El príncipe Bernardo, que había permanecido en Londres con la reina Guillermina y los miembros del gobierno neerlandés en el exilio, pudo visitar a su familia en Canadá y estar presente en el nacimiento de Margarita.

La forma en que las niñas habían sido educadas fue motivo de discusión entre la princesa Juliana y su marido.

Ella pensaba que la época de las monarquías tradicionalistas, rígidas y aisladas del pueblo había terminado, y que los príncipes debían interaccionar tanto como fuera posible con los ciudadanos.

Se mostró muy activa durante su período como presidenta de la Cruz Roja neerlandesa y trabajó estrechamente con la organización para la reconstrucción nacional.

Su última hija, María Cristina, nació casi ciega a causa de la rubéola que Juliana padeció durante el embarazo.

Muchos de sus empleados se dirigían a ella simplemente como "Mevrouw" (Señora).

Muchos neerlandeses furiosos se manifestaron en las calles contra la “traición” que suponía dicho compromiso.

En esta ocasión, la prosperidad económica contribuyó a las manifestaciones de entusiasmo y cariño.

Los cargos que fueron publicados ya no podían ser juzgados por haber prescrito.

El príncipe Bernardo admitió en una entrevista televisiva en 2001 que su esposa ya no era capaz de reconocer a su familia.

Según dijo el vicario en su sermón, la princesa Juliana estaba interesada en todas las religiones y en la reencarnación.

Juliana con su madre, la reina Guillermina, hacia 1914.
La princesa Juliana con sus tres compañeras del quinto grado.
Monograma.
La reina Juliana y el príncipe Bernardo junto al presidente mexicano Adolfo López Mateos y la primera dama Eva Sámano (1963).
Juliana en 1959.
Cortejo fúnebre de la princesa Juliana en su trayecto a Nieuwe Kerk en Delft.