En 1279, Juan viajó a Amiens y a Inglaterra para negociar el Tratado de Amiens, que puso punto final al estado de abierta hostilidad en que se hallaban Francia e Inglaterra y favoreció el regreso de Agenais al control inglés.
Formó parte de la comisión que vigilaría el regreso del Agenais y sus deberes como senescal fueron extendidos a esa nueva región.
Eduardo también ordenó a Juan que se omitiese el pago del fouage, un impuesto demandado por la Corona francesa.
La fórmula que resultó mutuamente aceptada fue: actum fuit regnantibus Philippo regis Francie, Edwardo rege Anglie, duce Aquitanie.
Finalmente se determinó que la hereditaria fuera Juana I de Navarra.
La cuestión del homenaje fue, sin embargo, ignorada, pues Juana y su marido, Felipe el Justo, eran ambos monarcas y no debían rendir homenaje ni lealtad a nadie.
[1] Juan se entrevistó con el papa Nicolás IV quien compartió sus preocupaciones y envió una carta a los potentados europeos para hacer algo en favor de la Tierra Santa.
Sin embargo, muchos señores europeos estaban demasiado preocupados por la cuestión siciliana como para organizar Cruzadas, y tampoco Eduardo I se veía en posibilidades de marchar a Tierra Santa pues tenía problemas más importantes en casa.
Herido, fue rescatado durante el asedio por su camarada suizo Otón de Grandson, quien también sirvió por algún tiempo al rey Eduardo y que había luchado a su lado, y escaparon en barco a Chipre.
Sus descendientes continuaron jugando un papel crucial en Gascuña durante el siglo XIV.