Caída de Acre

Cuando Acre cayó, los cruzados perdieron su última gran fortaleza en el Reino Cristiano de Jerusalén.

Las órdenes militares tenían sus cuarteles dentro o cerca de Acre, desde donde decidían en qué batallas debían luchar y en cuáles no.

El día 18 de mayo las tropas del sultán abrieron brecha en las murallas por donde se colaron los mamelucos en tropel.

La gran ciudad había perdurado por más de 160 años como capital franca y su gobernante Bohemundo VI vio su título rebajado a conde.

Para ayudar a reponer estas pérdidas, unas cuantas expediciones cruzadas dejaron Europa para marchar hacia el Este.

Sin embargo, todos estos intentos de montar una ofensiva combinada eran muy pequeños y muy tardíos.

[5]​ La tregua firmada por Enrique y Qalawun había restablecido en Acre un poco de confianza.

Aquel año se recogió una buena cosecha en Galilea y los campesinos musulmanes abarrotaron con sus productos los mercados de Acre.

Lo que comenzó como carnicería terminó en batalla, pues muchos musulmanes se defendieron desde sus azoteas con rudimentarias armas.

Estas muertes le dieron al sultán mameluco, Qalawun, el pretexto que necesitaba para atacar la ciudad.

Durante la marcha se presentaron varias escaramuzas con patrullas de templarios que vigilaban la zona, cuyos integrantes fueron hechos prisioneros.

Tenía una doble fila de murallas y doce torres que habían sido reforzadas hacía poco.

En la parte norte se encontraba el barrio de Montmusart y, al sur de éste, la muralla torcía bruscamente en dirección oeste y formaba un ángulo recto bajando en dirección sur hasta encontrar el mar.

El sultán mismo tenía montada su tienda frente a la torre del Legado, no muy lejos de la costa.

Las numerosas catapultas comenzaron a lanzar rocas sobre los muros de la ciudad, destruyendo casas, templos y calles.

Toda la muralla exterior se derrumbaba ante el bombardeo incesante de las catapultas y los mandrones del sultán.

No obstante, tres días más tarde, las fuerzas mamelucas atacaron de nuevo la entrada.

El día 18, las tropas del Sultán abrieron brecha en la Torre Maldita, por donde irrumpieron los mamelucos rechazando a los defensores hasta muralla interior.

Sin embargo toda la zona estaba perdida, pues más al sur, Otón de Grandsdon había cedido ante el empuje atacante y había perdido la torre de san Nicolás.

Eficaces arqueros preparaban el camino a la primera línea de atacantes compuesta por escuadrones suicidas.

Pero Beaujeu respondió: Que traducido quiere decir: «No estoy huyendo, estoy muerto, aquí está la flecha», y simultáneamente alzó el brazo dejando ver la mortal herida que había recibido en un costado, bajo la axila.

Donde más tarde, tanto él, como Mateo de Clermont, mariscal del Hospital, murieron.

Al enterarse de esto, el maestre del Hospital decidió retirase también, para que, tanto hospitalarios como templarios resistieran juntos en la fortaleza del Temple, sin embargo, en la retirada fue alcanzado entre los omóplatos por una lanza y, contra su voluntad, embarcado por sus hombres.

Lo mismo hicieron Otón de Grandsdon y el rey Enrique junto a su hermano Amalarico.

Cuando fue recibido por los musulmanes, él y su escolta, bajo la atenta mirada de quienes se quedaron dentro del castillo, fueron arrestados.

No hubo más ofertas por parte del Sultán para que se produjera una evacuación pacífica y los templarios que habían permanecido dentro de la fortaleza, exhaustos, heridos y sin suministros, decidieron seguir defendiendo la guarnición, pues no tenían otra opción.

Todavía continuaron peleando durísimamente durante dos días y consiguieron rechazar varios ataques mamelucos.

Pero al pasar los enemigos por la brecha, el edificio se vino abajo matando a defensores y atacantes sin distinción.

Ahí los reyes latinos tramaron y planearon recapturar la tierra firme, aunque en vano.

La ciudad de San Juan de Acre en 1291.