La influencia del cubismo es evidente en muchas de sus obras, donde las formas geométricas y las perspectivas fragmentadas se combinan para representar la figura humana.
En particular, muchas de sus esculturas exploran el desnudo femenino, abordado con una mirada que fusiona lo abstracto y lo figurativo.
A lo largo de su carrera, Gavito participó activamente en importantes instituciones y espacios artísticos de Italia, como la Galleria d'Arte Sacra dei Contemporanei di Milano (Villa Clerici) y la Museo Pagani Arte Moderna e Contemporanea (Castellanza).
Su vínculo con renombrados artistas italianos como Enrico Manfrini, Lello Scorzelli y Francesco Messina marcó una parte significativa de su trayectoria internacional.
Durante su época de estudiante comienza a participar en exposiciones colectivas, salones y concursos donde obtiene varios premios.
Entre los maestros que lo forman se encuentran Horacio Juárez, Antonio Sibellino, Adolfo Deferrari, Aurelio Macchi, Dora Cifones, Elba Villafañe, Raúl Soldi y Hugo Parpagnoli.
El escultor quiere quedarse en las formas y le da palabras, la materia habla y muestra el fenómeno humano que se presenta sin vergüenzas, la vejez, el dolor, la alegría, los sueños que parecen siempre anunciar la profecía de un nuevo mañana.