Cursó sus estudios en el Convictorio Carolino y alcanzó su doctorado en Leyes en la Real Universidad de San Felipe en 1809.
[3] Desde joven cumplió importantes papeles políticos en los tumultuosos años iniciales de la República.
Ruiz-Tagle, sin embargo tiene conflictos internos con el general José Joaquín Prieto, y el bando pelucón empieza a pedir la renuncia de Ruiz-Tagle y que Ovalle presidiera el país, ya que era más dócil a las peticiones de los pelucones.
Tras esta situación, Ovalle dictó diversos decretos que hicieron recuperar la institucionalidad nacional, centralizándose el país y dependiendo todo de la capital, Santiago, además se continuó con la depuración y la reorganización de fundaciones encabezadas por Portales.
El 14 de junio el gobierno ratificó el decreto que controló duramente a la imprenta hostil de la época, decía que si un funcionario público era atacado por la prensa, debía notificar inmediatamente al gobierno, si no era así, sería cesado de sus funciones, la censura fue inminente, los diarios pipiolos fueron cerrados y el gobierno inauguró su diario portavoz, el Araucano.
Ese mismo mes, se oficializarían las relaciones del gobierno con la Iglesia católica, considerada un verdadero aliado por el ideal conservador, y se otorgó la devolución de todos sus bienes, confiscados en los gobiernos anteriores, este decreto acercaría a la Iglesia con el Estado hasta 1856.
El ejército ya depurado dio paso a la inauguración del Batallón Cívico en marzo.
Desde el 5 de marzo, Ovalle empezó a sentir los síntomas de una grave enfermedad, acelerada por la tensión que le provocaba gobernar, ese día presenta la renuncia ante la mirada atónita del congreso y es aceptada esta el 8 de marzo, esta fue su primera renuncia exitosa, ya que Ovalle siempre había soñado dimitir.
Estos se encontraban ahí porque, en 1845, su cadáver había sido trasladado desde el Cementerio General de Santiago, hasta la catedral.