De origen muy humilde y huérfano de padre a edad muy temprana, en su infancia solo llegó a recibir instrucción en la escuela primaria, al mostrar muy poca predisposición para los estudios.
[1] En reconocimiento a su talento y aplicación, obtuvo premio en dibujo artístico al finalizar el curso 1880-1881 en aquella escuela.
Contando dieciocho años de edad, y animado por ese éxito, se volcó en la producción de obras en el estudio que ya había tomado y empezó a vender, con la ayuda en un principio del marqués de Castrillo, gran aficionado al arte y que vería en él sus grandes dotes para la pintura.
Sus obras fueron cada vez más relevantes, comenzando a ser reconocido y apreciado como artista.
En 1884 tomó parte en la Exposición Nacional de Bellas Artes con la obra Gladiadores antes del combate, y en noviembre de ese mismo año en la Exposición Literario Artística promovida por la Sociedad de Escritores y Artistas, en Madrid, con su cuadro En la fuente, obteniendo por él muy buena crítica.
A los veintitrés años de edad, en 1888, fue a París, y lo que en un principio iba a ser tan solo un viaje de dos o tres semanas se convirtió en una estancia de varios años, al observar que los cuadros que allí pintaba, en el estudio de un amigo con quien se alojaba, los vendía con facilidad y a buen precio.
Desdeñoso con las grandes exposiciones oficiales, y salvo en sus años de mayor juventud, nunca participó en los concursos de las Nacionales de Bellas Artes opinando que, “cuando no se aspira a favores oficiales, la mejor medalla es una buena venta en el estudio a un aficionado inteligente”.
La obra pictórica de José Llaneces ha de clasificarse en todo caso dentro del figurativismo y a él, fundamentalmente, como artista de género que optó de manera clara por el continuismo con las líneas tradicionales academicistas, frente a las corrientes más innovadoras o transgresoras surgidas a finales del siglo XIX y principios del XX, que intencionadamente rechazó.
Uno de los principales valores que aporta este artista es la adecuada expresión de las fisonomías y el movimiento y animación que da a las figuras, así como su acertada colocación en el lienzo.
En cuanto a asuntos, y además de tratar con notable maestría otros como el paisaje o los bodegones, Llaneces se especializó fundamentalmente en el retrato y en las escenas costumbristas, llevadas en muchos casos a una ambientación arcaica con personajes vestidos a la moda de siglos anteriores.