Era muy joven aun cuando sus padres vinieron al Ecuador para radicarse en Guano y Riobamba, donde realizó todos sus estudios.
Más tarde, al llegar a la mayoría de edad adoptó la nacionalidad ecuatoriana.
Descollaba sobre todos los demás por su alto sentido de lo que debía ser la disciplina del soldado y la organización de un ejército, y gracias a esas cualidades fue un militar cuya vida será ejemplo para las nuevas generaciones castrenses.
Radicado en Quito, con vergüenza, indignación e impotencia, en 1912 vivió los horrores del sangriento de los líderes liberales en la llamada Hoguera Barbara.
Esto minó su ánimo y su espíritu, por lo que se retiró a la vida privada hasta el día de su muerte ocurrida en 1926.