José María Orberá y Carrión

Su labor en Cuba, oponiéndose al prelado cismático Pedro Llorente y Miguel, nombrado por el rey Amadeo I, le ganó el calificativo de Mártir de Cuba.Una vez hubo decidido decantarse por la vida sacerdotal, ingresó en el Seminario Central de Valencia para estudiar Teología en 1844.Comenzó así una etapa de gran inestabilidad política que evidentemente se trasladó a Cuba.Desde la Iglesia se intentó por todos los medios que no se concediese a Llorente y Miguel dicha dignidad, ya que era «un sacerdote indigno de tan alta prelacía».Aunque la Iglesia lo declaró «intruso y cismático», Llorente y Miguel gobernó la arquidiócesis hasta 1875 de forma ilícita y contra todo derecho, y encarceló a Orberá junto a su secretario, Ciriaco Sancha, hasta en tres ocasiones: la primera, en el Seminario Conciliar, que él mismo había regido; la segunda, en una cárcel pública, con las penurias que pueden suponer; la tercera, en el castillo del Moro.Un mes antes, propuso a Orberá como obispo de Santander, pero el 23 de septiembre, cambió su destino por Almería, pues el escogido para dicho cargo no quiso acudir a la diócesis del sureste.Por eso, el obispo se deshizo en atenciones para la educación de estos niños.Orberá colaboró con la Santa Soledad Torres Acosta para impulsar su Instituto, tanto en Cuba como en la España peninsular.La Siervas también colaboraron con su obra, sobre todo cuando se desató una gran epidemia de cólera en la ciudad, en la que solo quedaron el obispo con los sacerdotes y las religiosas haciendo de todo, incluso dando sepultura.Por ahí debía estar, ya anciano, el huercalense Venerable Salvador Valera Parra.Así, en 1885, Alfonso XII le concedió la Cruz de Isabel La Católica en reconocimiento a su labor y el papa León XIII le nombró asistente al solio pontificio.También se destacó por su impulso a la devoción del Corpus y compra de la custodia procesional.La ciudad de Almería le dedicó la Rambla donde se encuentra dicho Colegio.