José Fernández del Toro

Fue Colegial Mayor del Colegio de Cuenca en Salamanca e Inquisidor de Murcia.

Y se le considera uno de los mejores predicadores españoles del siglo XVIII.

Habiéndose incoado el proceso por el Inquisidor General de España, pidió el acusado ser conducido a Roma y, habiendo dado su consentimiento el Rey Felipe V de España, fue trasladado a dicha ciudad y recluido en el Castillo de Sant'Angelo.

El 27 de julio de 1719, se leyó la sentencia del proceso en el Palacio de Monte-Cavallo, siendo condenado por hereje, «al profesar la herejía de Molinos no sólo teóricamente sino también condescendiendo con aquellas prácticas sensuales que tal escuela consideraba legítimas cuando se presentaban como natural redundancia del amor de Dios, manifestado hacia el prójimo»; suspendiéndole a perpetuidad en sus funciones sacerdotales, y por lo tanto siendo depuesto en el Obispado de Oviedo y a permanecer en prisión hasta su muerte.

Debido al arrepentimiento mostrado le fue concedida una pensión de cuatro mil ducados que se mantuvo hasta su muerte.