José Antonio Torres (sacerdote)

Cuando Miguel Hidalgo inició la revolución mediante el grito de Dolores se unió a los insurgentes.

[2]​ Al morir Albino García, en julio de 1812, se mantuvo inactivo.

Aunque el padre Torres accedió a ceder el mando y ofreció sumisión y apoyo a Mina, en realidad no lo cumplió.

Cinco días más tarde, los realistas intentaron un asalto pero fueron rechazados, sus bajas ascendieron a casi cuatrocientos efectivos.

Este nombramiento fue aprobado por la Junta de Huetamo, pero el presbítero Torres no acató la decisión, optó por unirse a Encarnación Ortiz y sus hermanos "los Pachondos".

A pesar de que la caballería insurgente estaba segura del triunfo sobre la infantería realista, fue dispersada por el fuego nutrido que ordenaron Manuel Ramírez y Gregorio Wolf en sus maniobras de resistencia.

Los insurgentes perdieron más trescientos hombres, Torres logró escapar de la última gran batalla en El Bajío.

[7]​ El coronel realista Joaquín Márquez Donallo lo asedió constantemente obligándolo a refugiarse en la sierra de Guanajuato.

Torres le ganó mil doscientos cincuenta pesos jugando albures, Zamora le pagó mil pesos y dejó en prenda su caballo para pagar al día siguiente el resto de la deuda.