Los demás datos de su vida hasta la llegada a Oxford no se conocen.
[6] Es en esa época cuando Wyclif inicia sus críticas radicales y polémicas hacia la institución eclesiástica, especialmente en lo que tocaba al tributo que el rey de Inglaterra como feudatario de la Santa Sede debía dar a ésta.
Se pronunció abiertamente contra los censos y tributos que exigían la curia papal.
[5] Evitó, en varias ocasiones, y gracias a sus contactos, ser procesado; incluso cuando el propio papa lo calificó de «anticristo».
Al no ver la reforma de la Iglesia, querida por Wyclif y exigida al papa Urbano VI en 1379, el teólogo inglés comenzó a formular la doctrina del castigo divino, que el Señor infligía a la Iglesia con el Cisma de Occidente, por causa de su obstinación al pecado.
Los predicadores se encontraron, en todas partes, con una gran audiencia, y Wyclif fue acusado de sembrar el desorden social.
Sin embargo, no se implicó directamente en la sublevación de los campesinos en 1381, aunque es probable que sus doctrinas influyeran en ellos.
Wyclif centralizó sus actividades en Lutterworth y continuó escribiendo e inspirando a sus seguidores.
Este obispo, orgulloso de su reputación recién ganada, decidió participar en el Cisma papal.
En 1383 obtuvo de Urbano VI una bula que le autorizaba a organizar una cruzada contra Clemente VII.
Rápidamente reunió un ejército al prometer absolución y dar cartas de indulgencia a los que sirvieran bajo su mando.
Más bien, éstos morirían como incrédulos si caían en un combate que de ningún modo era cristiano.
La cruzada fue un terrible fracaso, y el obispo anteriormente orgulloso regresó a Inglaterra avergonzado.
[10] Por otra parte sentenció la persecución contra los lolardos que permitió la ejecución de John Oldcastle, junto a 37 líderes del movimiento.
En ella, no se necesita de curas ni sacerdotes, pues según él, Dios no precisa de delegados ni intermediarios, una teoría similar a la que después usará Martín Lutero en el siglo XVI en la Reforma protestante.
Así, Dios es la causa de esta predestinación y él dispone de todo, según el plan divino, y este predestinado no pierde sus derechos aunque peque, pues ha sido elegido por Dios.