Transubstanciación

La transubstanciación se basa en el sentido literal e inmediato de las palabras de Cristo en la última cena: «Esto es mi cuerpo... y mi sangre» (Mt 26:26-29, Mc 14:22-26 y Lc 22:14-23).De hecho, el texto original del Evangelio según San Juan utiliza las palabras griegas "fagon" que en español significa literalmente "comer".[12]​ En el siglo IV san Agustín predica: Se sabe, no obstante, que otras tradiciones cristianas como los docetas, negaban esta presencia.Del mismo modo ciertos textos de Tertuliano parecen defender la idea de una presencia simbólica antes que real: "Cristo, habiendo tomado el pan y habiéndolo distribuido a sus discípulos, lo hizo su cuerpo, al decir: Este es mi cuerpo, a saber, la figura de mi cuerpo",[14]​ si bien el texto puede tener otras interpretaciones.Esto no sucedió hasta el siglo IX, cuando en algunos monasterios se debate sobre la presencia de Cristo en las especies consagradas.Este último elaboró la doctrina de la Consubstanciación como opuesta a la Transubstanciación, que aunque no negaba la presencia real, hacía permanecer la substancia del pan y el vino junto con la substancia del cuerpo y sangre de Cristo.Accidente corresponde a las propiedades no esenciales de una cosa y que son perceptibles por los sentidos.
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