Xavier Villaurrutia
Fue miembro del grupo de los Contemporáneos junto con Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen, Jorge Cuesta y otros.Comenzó estudios superiores de derecho, que luego abandonó para dedicarse por completo a las letras.Colaboró además en la revista Barandal, creada por Rafael López Malo, Arnulfo Martínez Lavalle, Salvador Toscano y Octavio Paz en 1931 cuando se encontraban en la Escuela Nacional Preparatoria en Ciudad de México.Entre sus primeras publicaciones se encuentran Ocho poetas (1923), Reflejos (1926), Dos nocturnos (1931), Nocturnos (1931), Nocturno de los angeles (1936), Nocturno rosa (1937), Nocturno mar (1937), Nostalgia de la muerte (1938), Décima muerte y otros poemas no coleccionados (1941), Canto a la primavera y otros poemas (1948), Poesía y teatro completos (1953), siendo sus obras más destacadas: Para Alí Chumacero, la poesía de Villaurrutia tuvo tres etapas importantes, en el primer periodo se hace patente su predilección por el engaño del juego que llega a confundirse con la inteligencia; el segundo periodo es considerado como su mejor época creadora donde la emoción se somete a la estricta vigilancia de las facultades intelectuales, en un justo equilibrio que lo hizo escribir sus más profundos poemas y en el tercer periodo la emoción sobrepone a la inteligencia con tal ímpetu que la obliga a restringir su ejercicio solo a la superficie de formas métricas.Destacan La hiedra (1941), que revive el mito de Fedra, y Autos profanos (1943).La importancia del espacio teatral llega a ser en esta obra casi un personaje, la casa funeraria y la casa materna distan mucho de ser el espacio social de la alta comedia, han alcanzado a corporizar el tema de la obra, el cual actúa como un espejo en donde se multirreflejan los signos dramáticos.Está influenciada por las lecturas que tenía tanto él cómo sus contemporáneos, siendo referentes entre ellos: Valéry, Proust, Apollinaire, Cocteau, Baudelaire, Juan Ramón Jiménez, Machado, Eliot y más destacado André Gide con Viaje Inmóvil y El regreso del hijo pródigo.Es un contrapunto de lo que se estaba escribiendo en ese entonces en el México sumido en la postrevolución mexicana, pues se apostaba en ese entonces por obras como La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán (1929).