El motín inicial del 25 de mayo estalló para liberar a él de la cárcel, pero al día siguiente los hechos se hicieron cada vez más violentos, hasta obligar al gobernador Ramón García de León y Pizarro a renunciar.
Zudáñez intentó formar una Junta de Gobierno, pero la mayor parte de la población prefirió la solución intermedia que se había encontrado, nombrando gobernadora a la Real Audiencia.
También dirigió el envío de delegados a las demás provincias del Alto Perú (actual Bolivia); sólo los enviados a La Paz lograron algo, pero eso fue mucho más de lo que esperaban: allí estalló una revolución con fuertes objetivos sociales y democráticos, la que llevó al gobierno a la Junta Tuitiva.
La revolución de Chuquisaca se quedó en objetivos solamente políticos, no logró afianzarse y fue fácilmente vencida por el mariscal Vicente Nieto, enviado desde Buenos Aires.
Zudáñez fue arrestado y enviado por mar al puerto limeño de El Callao, donde permaneció varios meses detenido.
Pero pronto llegó la derrota definitiva en el desastre de Rancagua.