[2] El motivo inmediato fue la explosión de gas en una mina que causó la muerte a treinta mineros.
Ese mismo día un delegado del Comité Regional de la CNT proclamó en Fígols, delante del comité revolucionario creado por los mineros, que «el comunismo libertario había llegado», noticia que se difundió por toda la zona.
[2] No hubo preparativos para la insurrección, aunque unos días antes delegados sindicales de Barcelona, conmocionados por lo sucedido en Jeresa, Épila y Arnedo hablaban de «ir a un movimiento general y revolucionario con todas sus consecuencias» —uno de los delegados lo justificó diciendo: «Llega el momento de lanzarnos a la lucha para reivindicar todos nuestros derechos y poder conseguir la libertad del Pueblo que tan ignominiosamente nos la ha arrebatado el gobierno actual»; «cuando a un pueblo le quitan los gobiernos la libertad y sufren hambre por añadidura, todos los momentos son propicios para hacer la revolución», dijo otro delegado—.
[5] Los vecinos de Fígols que se habían opuesto a la insurrección colaboraron en la represión.
Tropas de infantería enviadas desde Barcelona al mando del general Batet y desde Zaragoza acabaron con los disturbios.
Tras recoger a otros detenidos en Cádiz, el barco pasó por Canarias, Fernando Poo y finalmente recaló en Villa Cisneros el 3 de abril.
Con este «affaire» de los deportados el enfrentamiento entre la CNT y el gobierno republicano-socialista se radicalizó aún más.
En Zaragoza hubo choques violentos con las fuerzas de orden público que causaron cuatro muertos y quince heridos.
Lo cierto es que Pestaña dimitió al mes siguiente como secretario del Comité Nacional de la CNT.