Este auge se tradujo en los 293 maestros sederos censados en Valencia en 1487, según Antoni Furió.
[3] A finales del siglo XV podía haber unos 1200 telares, según el mismo autor.
Artesanos y comerciantes, especialmente franceses, se sintieron atraídos y vinieron a la ciudad, donde introdujeron técnicas de mecanización de la producción sedera (1687), que los velluters locales adoptaron.
Se abrieron nuevos mercados, además del tradicional mediterráneo, como por ejemplo el norte europeo y el americano.
El 1753 se instaló en Valencia una Real Fábrica, junto al Centro del Carmen, con 150 maestros y unos 400 telares.