Y la prensa francesa no dejó pasar la ocasión sin resaltarlo», ha comentado José Varela Ortega.
[6] María Ángeles Lario coincide: «La oferta [del nombramiento de coronel del regimiento de hulanos destinado en Estrasburgo] fue hecha directamente por el emperador, al parecer sin conocimiento del [canciller] Bismarck, y lo sorprendente es que ni el mismo rey ni, sobre todo, el gobierno español percibieran las inevitables consecuencias diplomáticas de aquella decisión».
En otra conversación privada, esta vez con Hatzfeld, antiguo embajador alemán en Madrid y amigo suyo, mostró su disposición a «comprometerse personalmente con Su Majestad Guillermo I para apoyar al ejército alemán en caso de guerra con Francia».
[13] Sin embargo, Carlos Dardé subraya que «el monarca actuó claramente al margen de la Constitución», sobre todo al acordar con el emperador y el gobierno alemán una «alianza personal y secreta», aunque matiza que «aquella iniciativa personal del monarca, de la que ni siquiera informó a su ministro de Estado presente en Alemania ni, ya en Madrid, a Sagasta, Posada Herrera o Cánovas, constituye la única excepción importante del respeto del monarca por la Constitución».
La coches de la comitiva real tuvieron muchos problemas para poder avanzar entre la multitud que entre insultos gritaba «¡Abajo el hulano!
[17] Por otro lado, los réditos diplomáticos del viaje fueron escasos pues España no fue invitada a integrarse en la Triple Alianza que había nacido el año anterior a propuesta del canciller alemán Otto von Bismarck, y de la que formaban parte junto al Imperio Alemán, el Imperio Austro-Húngaro y el Reino de Italia.
[19] La crisis diplomática con Francia, junto con el fracasado pronunciamiento republicano de agosto, debilitaron al Gobierno, especialmente a los dos principales ministros implicados, Arsenio Martínez Campos en Guerra,[20] y el marqués de la Vega de Armijo, en Estado,[21] lo que fue aprovechado por el Partido Conservador y por la Izquierda Dinástica para presionar a Sagasta para que dimitiera.